Habla Christoph Feurstein, el periodista que entrevistó a la joven que estuvo ocho años secuestrada:
"Tengo miedo de ver a Natascha en un talkshow"

Revela sus conversaciones con los padres y las indicaciones que los terapeutas le dieron antes de comenzar la entrevista, y confiesa que teme por el futuro de la niña, cuya desaparición investigó desde el primer día.

Hace tres semanas el periodista austríaco Christoph Feurstein jamás habría soñado siquiera que millones de personas iban a estar pendientes de sus preguntas; menos, que la entrevistada iba a ser Natascha Kampusch, la misma niña que ya daba por muerta y cuya desaparición comenzó a reportear hace ocho años.

Esa entrevista televisada en el canal ORF, la primera que daba la joven desde que logró escaparse el pasado 23 de agosto de su captor Wolfgang Priklopil, cambió la rutina del periodista de 34 años. "No contaba con que iba a tomar estas proporciones. Sí sabía que iba a despertar mucho interés, pero no que eso iba a significar que todo el mundo se quisiera contactar después conmigo. Eso me ha impresionado y todavía no puedo asimilarlo todo", comenta Feurstein desde su casa en Viena.

-¿Qué significó para usted seguir durante ocho años el caso de Natascha Kampusch? ¿Nunca pensó abandonarlo?

-Esta historia fue siempre muy triste para mí porque rondaba esa desesperanza. Esa espera, ese no saber. Los padres siempre me dijeron que si fuera por la esperanza, hace rato que se hubieran suicidado. Cada vez que los entrevistaba sólo pensaba "qué espantoso". Especialmente porque nunca se avanzaba en nada. Pero nunca pensé dejar el caso. Es que esa es un poco la filosofía de nuestro programa "Thema" (Tema), un magazine sociopolítico en el que se siguen historias. No abandonamos a las personas dejándolas solas con su destino. Siempre volvemos a contactarlas y preguntamos por ellas.

-Pero hay que decir que el caso de Natascha fue una historia enorme acá en Austria. Todo el tema de su desaparición, las tremendas acciones de búsqueda durante meses. A eso hay que sumarle especulaciones descabelladas que iban surgiendo: si la familia estaba involucrada o no; el detective privado que apareció y afirmaba que sabía dónde se hallaba el cuerpo de Natascha, que la madre era parte... Además, sólo dos días antes de que Natascha apareciera se habían vuelto a hacer excavaciones en su búsqueda. Es decir, hasta ahora se hacían pesquisas.

-¿Cree que hubo errores en la investigación?

-Seguí las indagaciones de cerca y puedo decir que se hizo mucho. Lo que sí creo que frenó un poco la investigación fue que, considerando que las primeras 48 horas son las más importantes, se indagó demasiado tiempo dentro de la misma familia. Sobre la casa que el padre tenía en Hungría o las relaciones de la madre con otros hombres. Es que la primera variante de la policía era que, según los padres, ella se había escapado a raíz de una pelea familiar.

-¿Dónde estaba cuando supo que Natascha había aparecido?

-En la sala de edición trabajando una nota sobre el cuidado de ancianos. Cuando me contaron lo de Natascha sólo pensaba que se trataba de una loca que se estaba haciendo pasar por ella."No podemos ver lo que pasa por dentro"

Pese a que Christoph Feurstein era el hombre ancla de la entrevista, y su persistencia en seguir la historia la razón para obtener la exclusiva, no pudo ver a Natascha Kampusch hasta el día de la emisión. Antes de eso sólo se reunió con el equipo de terapeutas y asesores de la joven para ver los detalles de la conversación que iba a sostener con ella.

Una de las grandes ventajas de Feurstein, que ya tenía un nombre bien ganado en la televisión de su país y cuenta con varios galardones por sus reportajes, es que ésta no era la primera vez que trabajaba en conjunto con algunos de esos profesionales. "Con el psiquiatra Max Friedrich, por ejemplo, comencé a trabajar desde el caso de Natascha hace ocho años. A partir de mis primeras entrevistas con sus padres, Friedrich pudo confeccionar un perfil psicológico de ellos."

La noche anterior a la grabación se repasaron detalles. Por ejemplo, en qué se debería fijar el periodista y la manera en que la conversación debía desarrollarse. "Una de las cosas que se respetaban es que se actuara según los deseos de Natascha; que durante la entrevista la acompañaran cuatro terapeutas para que pudiera hacer contacto visual con ellos. Por otra parte, había que preguntarle siempre si ella quería o no hablar de un respectivo tema para que ella fuera la que llevara las riendas de la situación".

-Una de las cosas que se dicen es que la entrevista con ella fue demasiado pronto. ¿Cree que éste fue el momento más adecuado?

-Me puedo imaginar muy bien que en tres meses más Natascha ya no sea capaz de dar una entrevista, porque a esas alturas ya habrán surgido demasiadas cosas en ella que ahora aún están ocultas. Por otra parte, durante todo ese tiempo los medios no la hubieran dejado tranquila. Hubiera sido una persecución con la cámara para captar la primera imagen. No me quiero ni imaginar cómo hubiera terminado esta historia. Desde el primer segundo de la aparición de Natascha Kampusch comenzó una locura. Me llamaban hasta para que me contactara inmediatamente con los padres para negociar los derechos de un libro y una película. El equipo de expertos asesores ya estaba totalmente sobrepasado. Ya no podían manejar la situación y decían que necesitaban lo antes posible una estrategia, porque si no nos íbamos a volver locos todos.

-¿Quedó contento con la entrevista que le hizo?

-Muy contento. Me contó mucho más de lo que me habían advertido que me iba a revelar. Se me había dicho que no quería hablar sobre Priklopil, su captor. Hubo un momento durante la entrevista en que uno de los expertos me interrumpió porque ocupé una palabra que tenía prohibido usar durante la entrevista y que era "relación". Eso implicaba para ella inmediatamente algo sexual y todo dejaba de fluir. Cuando los expertos me cortaron la pregunta sobre su relación diaria con su captor, ella dijo: "Pero no nos interrumpan, yo quiero hablar de eso". Fue asombroso.

-Una de las cosas que impresiona de Natascha Kampusch es el nivel de madurez y educación que demuestra.

-Eso es lo interesante de este caso, ya que es difícil de explicar. Sin embargo, tampoco hay que sobreestimarla en el sentido de que aunque hacia afuera parezca muy segura de sí misma, no podemos ver lo que pasa por dentro. Ha pasado por cosas muy terribles, por lo que debe tener traumas que no se ven a simple vista. En cuanto a la educación, Natascha comenzó a leer libros y a tratar de instruirse por cuenta propia, pues tenía miedo de no estar a la altura de los jóvenes de su edad porque no iba al colegio.

-Asombra el vocabulario culto que maneja.

-Extremadamente. Por eso digo que algunos periodistas la podrían tomar como ejemplo. Hay que considerar que, independientemente de todo lo malo del señor Priklopil y de que era un criminal, también tenía sus lados buenos. Estuvo pendiente de su educación, le daba libros de cultura general. Además, en Austria hay una emisora de radio Ö1 que es un lujo, ya que en ella sólo se toca música clásica, se leen libros, se discute sobre historia, cultura, política y el mundo en general. Todo abordado desde un punto de vista intelectual y elevado. Natascha creció escuchando esa radio. Finalmente, hay que imaginarse esos ocho años. Tiene que haberse aburrido muchísimo. Ella misma lo contaba, ese aburrimiento llegaba a dolerle. Eso debe haber agudizado sus sentidos y su capacidad de asimilar tuvo que haber sido mayor. Especialmente porque no tenía ninguna distracción.

-¿Hubo alguna pregunta que haya quedado fuera y que le hubiera gustado que Natascha le respondiera?

-Me asombró que no quisiera hablar sobre su vida cotidiana; es decir, levantarse, desayunar, etc. Y con eso no contaba para nada. Creo que eso le era muy íntimo.

-Después de la entrevista, ¿bajó el asedio periodístico?

-Bastante. Los austríacos somos bastante leales con nuestras propuestas. El jueves ya prácticamente no hubo cobertura en nuestro canal porque esa era la promesa: hacemos esta entrevista y después dejaremos el tema en paz. En Alemania, en cambio, el caso está siendo sobredimensionado. Se buscan todos los expertos habidos y por haber para que analicen, por ejemplo, sus gestos. Es realmente penoso y vergonzoso. Se dicen cosas como "...tuvo los ojos cerrados, eso es un signo de que en el fondo no quiso hablar...", en circunstancias de que eso fue porque los focos del estudio le molestaron muchísimo. Ella es muy sensible a la luz porque ha pasado mucho tiempo encerrada.

-Desde su punto de vista como periodista, ¿qué le parece el desborde medial que provocó la historia?

-Tengo una sensación muy extraña. Tengo miedo de ver a Natascha en un par de meses hablando en un talkshow. Creo que lo que ahora tiene que tratar de hacer es insertarse y hacer una vida normal. Pero este boom mediático traerá consigo, lo más probable, que en tres meses se quiera saber nuevamente algo sobre ella y que se deba comunicar algo al respecto. Si no, se volverá a producir ese asedio periodístico. Por eso ofrecí seguir la historia. Bueno, yo u otra persona, pero que sea una y no todos los que traten de abordar el tema.

-¿Cuál es la postura de la población austríaca respecto del posible asedio de la prensa?

-Según las encuestas, la mayoría opina que ahora hay que dejarla tranquila. Eso sí, yo más bien tengo la sospecha de que ella no quiere que la dejen tranquila... Porque ella también lo quiere así, porque ahora ella también goza de esa exposición. Quizás incluso la necesite.

Quelle: elmercurio.com